Una de las plegarias más profundas que puedes susurrar en lo profundo de tu ser, es: “Padre, que se haga Tu voluntad.” Luego déjala ir y permite que Dios trabaje contigo.
Cuando pronuncias esa oración con toda sinceridad e integridad, te pones en alineamiento con el Espíritu y el plan que Dios tiene para tí en esta vida y para toda la eternidad.
- John-Roger
de: Cumpliendo Tu Promesa Espiritual
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