El hecho de enamorarse es la capacidad para creer en la otra persona completamente, pensar que es una persona totalmente sin defectos y para seguir con nuestra ilusión preferimos no ver las cosas que no nos gustan de él o ella. Cuando termina la relación nos engañamos y negamos todo lo que ha supuesto para nosotros. Amar con fuerza no quiere decir que pasemos por encima de todo lo que nos duele sino saber compararlo y afrontarlo por uno mismo, esto forma parte del desarrollo personal.
Ponemos demasiadas ilusiones en la otra persona, ilusiones que nos hacen creer que esa persona es realmente quien nos llena y que sin él/ella, nuestra vida estaría vacía. Digamos que sufrimos de imbecilidad, o dicho de otra manera, cuando nos enamoramos nuestro mundo se resume en la otra persona. Estar emparejados nos hace olvidar que somos dos y no uno y uno, y cuando llega la ruptura es cuando nos damos cuenta. También es verdad que si lo recordásemos siempre no podríamos tener ilusión y sin ilusión no habría relación de amor. Para que una persona sea tan especial para nosotros debe llenarnos de cosas con las que nos complace plenamente.
En la vida debemos aprender a titubear entre realidad e ilusión y saber dejarnos engañar por lo que creemos de la otra persona y lo que es en realidad. Cuando le vemos “con nuestros ojos” podríamos decir que le estamos disfrazando de algo que nos gustaría que fuera. Cuando se empieza a quitar el disfraz y vemos cómo es en realidad no siempre es de nuestro agrado… y ahí es cuando viene la ruptura (en la mayoría de los casos). En otras ocasiones el amor se convierte en “amor no ciego” en la que no hacen falta los disfraces y aceptamos a la otra persona tal y como es, de esta forma obtenemos una mejora en nuestro crecimiento personal.
Enrique Jiménez
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